domingo, 1 de abril de 2018



Estaba una pastora


Hay varias versiones de Estaba una pastora. La que yo recuerdo decía que la pastora le había cortado el rabito al gato por comerse el quesito. La Pastora se confesó y la penitencia que el padre le impuso fue que le diera dos quesitos. Entregando dos quesitos quedó La Pastora libre de culpa, sin pecado, aunque el gato hubiera quedado sin su rabito. Se cobraba por perdonar los pecados, aunque el cobro fue mínimo. Con cobros así, cualquiera delinque. Hoy, la fiscalía perdona los pecados a quienes nimiamente sapeen a su contertulios. La cárcel es para quienes cometan pequeños delitos, los grandes delitos se purgan en casa o en sitios que más parecen hoteles cinco estrellas.

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