Fumigar periódicamente es un imaginario colectivo
Antaño, nos rodeaban las ratas y las cucarachas, y los huevos de las cucarachas nos llegaban a montones de los graneros. En esos tiempos el aire no estaba tan envenenado como ahora y por esto nos dábamos el lujo de arrojarle tóxicos sin grave perjuicio con el fin de matar a estos perjudiciales animales. Por eso, se convirtió en buena práctica fumigar periódicamente.
Hoy la disposición de las basuras y los buenos hábitos de limpieza hacen que las ratas y las cucarachas sean una rareza en nuestras casas.
No obstante, seguimos fumigando cada tanto tiempo aunque no haya plagas y echamos tóxicos al aire aunque el aire nos está matando por estar lleno de sustancias perjudiciales a nuestro organismo.
Debemos ser racionales y evitar obrar por simple instinto, es decir, siguiendo el imaginario colectivo de las fumigaciones, porque hoy han perdido toda su validez y justificación y causan grave perjuicio a la vida y al planeta.
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