Parodia del cuento
infantil “Los tres cerditos” para ilustrar el seguro contra terremoto en
Colombia
Había una vez un país lejano habitado solo por cerditos, pero
algunas veces llegaban de pasada unos seres malignos a los que los cerditos les
dieron el nombre de lobos.
Los cerditos no sabían por qué estos
lobos eran a veces muy feroces y otras veces medianamente feroces, y creían que
a cualquier lugar del país podía llegar un lobo feroz, muy feroz, capaz de
tumbar con su soplido todas sus casas.
Como esta era la creencia
generalizada, aunque había cerditos que vendían seguros para muchas cosas, no
vendían el seguro para las casas contra el soplido de los lobos, porque estas
ventas podían generarles muchas pérdidas en el caso de que lobos muy feroces
surgieran de las entrañas de la tierra y tumbaran muchas casas.
Un día, algunos cerditos
científicos se interesaron en conocer por qué y dónde aparecían los lobos, y a
qué se debían sus distintos grados de fiereza. Observaron que en unos poblados
aparecían lobos feroces que soplaban con fuerza y, cuando soplaban,
tumbaban muchas casas, pero no se caían todas. Vieron que en otros aparecían
lobos medianamente feroces y también tumbaban muchas casas. Y notaron que en
muchos sitios del país no se registraban daños ocurridos por el soplido de los
lobos.
Después, los cerditos científicos
descubrieron que en algunos lugares de las profundidades de la tierra había unas
placas que a veces se movían y, cuando lo hacían, engendraban lobos. Comprender
estas placas y conocer su ubicación llevó a los cerditos a dividir el país por zonas teniendo en
cuenta los grados de intensidad de los soplidos de los lobos en el país, así: alta, media
y baja, siendo la zona baja aquella en la que los lobos nunca aparecían o sus
soplidos eran inofensivos.
También descubrieron que en aquellos
sitios donde los lobos aparecieron y fueron feroces, las casas que estaban
bien construidas con ladrillo no sufrieron daños o si hubo algún daño fue de
poca importancia, y por esta razón no se perdió la vida de ningún cerdito. Y comprobaron
que en aquellos poblados en los que hicieron presencia lobos medianamente feroces,
sufrieron daños graves o se cayeron las casas de madera y de paja, y también
las de ladrillo si estaban mal construidas, y murieron muchísimos cerditos, pero
en cambio no les había pasado nada a las casas construidas en ladrillo y con buena
técnica. En síntesis, comprobaron que por la presencia de lobos de mucha o
mediana ferocidad solo tenían afectaciones de importancia las casas mal
construidas, lo que conducía a que murieran muchos cerditos.
Entonces, algunos cerditos constructores
comenzaron a edificar casas con ladrillo de tal manera que ningún lobo pudiera
destruirlas, ni siquiera los lobos más feroces, tratando, prioritariamente, de
salvar la vida de los pobladores.
Como se hizo común la
construcción de viviendas seguras, unos cerditos comenzaron a vender pólizas de
seguros en todo el país que ampararan contra los embates de los lobos.
Poco tiempo después, los cerditos
científicos ordenaron que todas las casas del país tenían que construirse de
tal manera que fueran resistentes a los embates de los lobos y, para ello, explicaron
paso a paso cómo hacerlo.
Aprovechando esta normatividad, los
cerditos vendedores de pólizas procedieron a redactar leyes -y a pagar para que
fueran aprobadas-, que ordenaran la compra de pólizas de seguros que cubran los
daños de los soplidos de los lobos para todos los edificios públicos, para todas
las casas que tuvieran hipotecas, y para todos los bienes comunes de casas o apartamentos
existentes bajo el régimen de propiedad horizontal, susceptibles de ser asegurados.
Estas leyes se expidieron
incluyendo a las casas y a los edificios que no se ajustaban a las normas
técnicas, y también a las construcciones ubicadas en zonas de baja
actividad sísmica, donde aparecen lobos que no hacen daño.
Los cerditos vendedores de
seguros hicieron las leyes así, para todas las casas, porque el decreto que
regula las pólizas de seguros ordena que solo tengan reconocimiento los daños
imprevistos, súbitos, y ajenos a la acción del comprador de la póliza. Y las
casas de paja, de madera, y con ladrillo pero que en algunos aspectos incumplen
las normas de construcción, se destruyen o tienen enormes daños cuando llegan
lobos, porque no acogen las técnicas de construcción, entonces, su pérdida por
el soplido del lobo no tiene reconocimiento alguno por parte del expendedor de
la póliza. Y es apenas lógico que estas pólizas tampoco reconozcan daño alguno
en las zonas donde los lobos son inofensivos, sencillamente, porque no hay riesgo
ni posibilidad de daño por la presencia de lobos. De esta manera, las
aseguradoras hicieron enormes ventas a sabiendas de que solo iban a reconocer
los pequeños daños que, por los soplidos de los lobos, pudieran ocurrirle a las
casas de ladrillo bien construidas.
Todo lo
anterior repercutió en un enorme enriquecimiento de los cerditos que vendían
las pólizas de seguros contra los soplidos de los lobos.
En conclusión, estos cerditos seguirán
obteniendo grandes ganancias porque hacen enormes ventas por muchísimo dinero dando
muy poco a cambio, lo que explica que no estén interesados en que las leyes que
ordenan seguros contra los soplidos de los lobos se deroguen y las pólizas por
daños sufridos por los lobos dejen de expedirse. Así, en todo el país estos
cerditos inescrupulosos seguirán comiendo “marrano”.
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Y cada que hacen presencia los lobos feroces sufren pequeños daños, sin colapso, algunas casas aunque estén bien construidas, entonces, los cerditos sabios revisan los daños y miran cómo pueden evitarlos en el futuro revisando las normas de construcción para que las aseguradoras tengan cada vez menos pérdidas, porque pérdidas llaman estas compañías a los reconocimientos en el negocio de los seguros. Forman parte del combo de los cerditos sabios, obviamente, algunos cerditos que están al servicio de las aseguradoras y suelen ser condecorados por ellas.
julio 20 de 2018
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Y cada que hacen presencia los lobos feroces sufren pequeños daños, sin colapso, algunas casas aunque estén bien construidas, entonces, los cerditos sabios revisan los daños y miran cómo pueden evitarlos en el futuro revisando las normas de construcción para que las aseguradoras tengan cada vez menos pérdidas, porque pérdidas llaman estas compañías a los reconocimientos en el negocio de los seguros. Forman parte del combo de los cerditos sabios, obviamente, algunos cerditos que están al servicio de las aseguradoras y suelen ser condecorados por ellas.
Y cada que hacen presencia los lobos feroces sufren pequeños daños, sin colapso, algunas casas aunque estén bien construidas, entonces, los cerditos sabios revisan los daños y miran cómo pueden evitarlos en el futuro revisando las normas de construcción para que las aseguradoras tengan cada vez menos pérdidas, porque pérdidas llaman estas compañías a los reconocimientos en el negocio de los seguros. Forman parte del combo de los cerditos sabios, obviamente, algunos cerditos que están al servicio de las aseguradoras y suelen ser condecorados por ellas.
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